Mononoke-hime
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Tuvimos que derrotar a Moro para traer
este arroz, comedlo con gratitud.

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¡Vamos, rápido!
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- ¿Dónde, dónde?
- ¿Eh, aquel hombre?

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Toki tenía razón.
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- Es muy apuesto, ¿verdad?
- ¿No es un poco joven?

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Desde cuando te ha importado la edad
de un hombre...

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Callaos, ¿queréis?
Recordamos a los compañeros muertos.

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Y en lo de hombres apuestos,
¡aquí tenéis unos cuantos también!

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No para mí...
¿Qué, cuidador de bueyes?

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¡Eh, viajero!
¿Por qué no vienes a nuestro sitio?

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No te quedes en un apestoso corral
como este...

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¿De que hablas?
Arriesgamos nuestras vidas...

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para traer el arroz que estas comiendo.
¡Ojalá se te pudra la boca!

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Eh, ¿y quién hace el acero con el que
compráis el arroz?

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¡Nosotras trabajamos en Tatara toda la noche!
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Si queréis, por favor,
mostradme vuestro lugar de trabajo.

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- ¿De verdad?
- ¡Tendremos que empujar el tatara
con maquillaje blanco!

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¿Un poco de rojo?...
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- ¡Ya es seguro!
- Te estaremos esperando.

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Te estaremos esperando.
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Señor, no se ofenda
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En general, Eboshi-sama las
consiente demasiado.

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He oído que en una buena aldea
las mujeres han de tener un gran espíritu.

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Aún no puedo creer que haya
mujeres en Tatara Ba.

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Debería desagradarnos tenerlas
puesto que contaminan el acero.

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Eboshi-sama toma a su cargo a todas las
mujeres que ve a la venta.

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Es una persona muy buena.
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Viejo, se te sale el arroz
de la boca.

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Aunque sea buena, es una mujer muy dura
a la que no asustan leyes ni maldiciones.

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Cierto, lo de los perros de montaña
no fue nada.

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Nos gustaría enseñarte cuando venció
a Nago-no-Kami, ¿verdad?

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- ¿Nago-no-Kami?
- Era un enorme e increíble jabalí.

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Dueño de esta tierra.
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Por lo tanto, nadie podía
acercarse a estas montañas.

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Los humanos sólo podíamos
comernos las uñas y mirar con envidia...

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unas montañas llenas de tesoros.
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Debido a que extrajimos
todo el acero del valle...

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La gente de Tatara intentó
llegar aquí, pero todos fueron vencidos.


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