Les Enfants du marais
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¡El carbonero!
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Qué suerte,
justo delante de mi puerta.

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Nada mejor para las rosas.
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Deje, yo lo haré.
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Cuidado, no se ensucie.
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-¿Estás flojo?
-Tú tienes tu gorra.

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Yo sin gorra no soy nadie.
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Pongan esto ahí.
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¡Qué sed!
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Dios mío, qué tonta soy.
No lo he pensado.

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Siempre dando la nota.
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Un hombre
tiene derecho a su vino.

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Pero no conviene reclamarlo.
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¡No conviene!
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Claro, tú ahí sentado
dándole a la lengua,

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no vas a cansarte mucho.
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Y pienso ir al bar a ver
si han visto mi gorra.

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Si pisas ese bar,
yo no te conozco.

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Ya hiciste bastante el tonto.
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Pero no tengo mi gorra.
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Gracias.
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¿Algún problema?
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No es nada.
Riton perdió su gorra

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ayer,
y está preocupado por eso.

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¿Una gorra?
¡Yo tengo un montón de gorras!

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¿Tú no tienes sed?
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Hay un grifo en el rincón.
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A veces eres un cerdo conmigo.
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Un verdadero cerdo.
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¡Sr. Riton!
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¡Sí, ya voy!
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Tome, elija una. Eran todas
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de mi marido.
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¡Vaya!
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Le está muy bien.
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Parece un english.
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Sí, y yo una rosa de Flandes.

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