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Encontré trabajo
en la gasolinera-cafetería del viejo Sutter.
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Estaba en la casa aseándome
cuando oí unos gritos
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y vi por primera vez a la hija de la casera.
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Afortunadamente,
estaba muy enfadada. Y se descuidó.
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O puede que no fuera un descuido.
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- Sr. Follett.
- En aquel instante vi esa sonrisa de zorra.
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- ¡Henry!
- ¿Qué?
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- No siga.
- Pero si pago para esto.
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- Para esto no me paga.
- Le desagrada, ¿verdad?
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No importa Io que yo opine.
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Yo disfruto. ¿Soy por eso un desviado?
SóIo tengo una gran imaginación.
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No ha venido aquí por su imaginación.
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- Se le está escapando de las manos.
- Nunca he dicho eso.
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¿Dónde está su esposa, Henry?
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- ¿Dónde está su esposa?
- ¡Váyase al cuerno!
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Creía que estábamos hablando de mí.
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Nos divorciamos.
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Tuve que librarme de ella.
No me satisfacía.
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¿Qué?
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- Yo no estaba nunca satisfecho.
- Eso está mejor.
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¿Qué dice?
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Es usted muy malo.