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por fortuna,
en ese preciso momento, Kirilo,
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el Jefe de Caza,
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me hizo una debida visita.
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Preguntó que sucedía,
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y le dio un tirón de orejas al culpable.
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El hombre se quedó blanco como el papel.
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"¿Como te atreves?", le gritó Kirilo,
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¿Cazar una "gama" embarazada, en primavera,
en terreno de Zares?"
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El hombre juró que no había cazado,
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e imploró:
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que el animal era un perro, no un gamo
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¡Bribón!", gritó Kirilo,
"¿Te atreves a decir,
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que eres mejor cazador que yo,
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el Jefe de caza de los Zares?"
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"¡Las Autoridades deben decidir este asunto!"
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El Jefe de la Autoridad,
bien competente...
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se sorprendió de la mezquindad del oficial,
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y le aconsejó que lo mejor
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era que se declarase culpable.
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Los perros se sacrificaron y el oficial
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paso cuatro semanas en prisión.
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Esta es la divertida historia:
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de como el Jefe de Caza
defendió a mi pequeño perro.
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Y se de buena fe...
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que aun hoy al Emperador le provoca la risa.
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Despues de él!
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el Asesor y yo les hicimos correr,
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como dos gatillos de pistola jalados por un único dedo!
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Hurra! Marcharon!
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Las liebres ganaron terreno
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y los perros atajaron por el bosque.
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Un perro tomó la cabeza:
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un perro veloz, fiera, liderando al resto...
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solo por la anchura de un dedo.
Pierde las liebres...
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y con astucia simula...
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recorrer los campos,
con el resto de los perros.