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y por mi país
daría la vida,
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aunque fuera entregando el alma.
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No soy diestro con el sable,
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aunque he acuchillado
a algunos hombres.
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Durante las últimas asambleas,
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reté y herí
a dos hermanos que...
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Bueno, no importa.
¿Qué pensáis?
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¿Tenemos que salir
al campo en breve?
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No faltarán
las espadas.
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La nobleza saldrá a caballo
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conmigo y mi sobrino al frente...
¡Venceremos!
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¡Bendita sangre polaca!
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Mientras tanto, hermano,
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tendrás que hacer las paces
con el Conde.
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Es un poco raro, excéntrico,
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pero joven y bondadoso.
Es un buen polaco.
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Lo necesitamos.
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En las revoluciones
hace falta
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gente exaltada como él.
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Por su fortuna,
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cualquier noble dirá:
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eso tiene que ser
cosa segura
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cuando los ricos
la apoyan.
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Voy a por él.
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Que venga aquí,
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que sea él el primero
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en pedir perdón.
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¡Yo soy más mayor que él
y soy juez!
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Y en cuanto al juicio,
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habrá un arbitraje.
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Había en Dobrzyno
gente mayor y sabia,
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que hablaban latín
y practicaban leyes.
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La mayoría eran ricos,
pero de todos,
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el más respetado,
era Mateo.
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No sólo
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como espadachín.
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Sino por su acertado consejo,
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que no daba a cualquiera,
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sólo en ocasiones
y con pocas palabras.
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Él era la persona
más adecuada
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para guiar
la Insurrección.
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De joven le gustaba la pelea,
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y odiaba a la nación rusa.
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Loado sea el señor