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Sin poder llevar a cabo su venganza,
se centra en su otro objetivo.
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Como hombre experto en leyes,
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quiere que el Conde
sea heredero
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formal y legalmente.
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Buscó a Protasio
hasta que lo encontró.
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Lo cogió de la solapa
y lo llevó al patio.
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Apuntándole con su "Navaja",
le dijo:
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D. Protasio,
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el señor Conde
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se atreve a pedirle
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que ante la nobleza,
proclame
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en este instante,
lo que le pertenece:
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el castillo,
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la finca de los Soplica,
el pueblo y estas tierras.
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En resumen,
todas las tierras
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que circundan el castillo,
sembradas y de barbecho.
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Así como los campesinos
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y el resto de los vasallos
bajo su jurisdicción.
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¡Proclamadlo como bien sabéis
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y no omitáis nada!
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¡Espera, Guardián!
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Estoy dispuesto a cumplir
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todas las órdenes,
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pero aviso
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que el acto no será válido,
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ya que es exigido con violencia
y nocturnidad.
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¿Qué violencia?
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Aquí no hay asalto.
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Se lo pido amablemente,
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y si no tiene luz,
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con esta Navaja
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haré brillar tanto el fuego
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delante de sus ojos,
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que creerá ver
la luz de siete iglesias.
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Olvidas, mi pequeño Gervasio,
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que soy Ujier,
represento la ley.
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No se me puede castigar.
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No sé para qué
me estáis vigilado.
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En seguida escribiré el acto.
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Traedme
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una linterna.
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Y mientras proclamo:
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¡Hermanos, callaos!