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Sentémonos, Aarón
bajo la dulce sombra.
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Y tras la batalla podremos
disfrutar de dorados sueños
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en los brazos del otro
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mientras los perros y las trompetas
y las aves melodiosas nos arrullan
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como una canción para dormir a un niño.
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Venus gobierna tus deseos, señora.
Pero Saturno domina los míos.
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A eso se deben mi silencio y mi
melancolía. Hoy no estoy para el amor.
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Hay venganza en mi corazón,
muerte en mis manos...
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La sangre y la revancha
se debaten en mi cerebro.
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Escucha, Tamora, emperatriz de mi alma.
No deseo otro cielo que no seas tú.
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Es el día del juicio para Bassiano.
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Su amada perderá la lengua.
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Tus hijos le arrebatarán su castidad
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y lavarán sus manos
en la sangre de Bassiano.
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¿ Ves esta carta?
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Que el rey se entere
del siniestro complot.
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No preguntes más. Nos espían.
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- Mi dulce moro, más dulce que la vida.
- No, mi reina. Viene Bassiano.
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Sé dura con él. Yo iré por tus hijos
dondequiera estén.
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¿ Quién está aquí?
¿La emperatriz de Roma sin su séquito?