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Era hermosa.
Se parecía a Carole Lombard.
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Me agarró. Fue en el callejón
detrás de mi iglesia.
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Me presionó contra la pared.
Me besó.
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Me sentí como Richard Chamberlain
en Amor entre espinas...
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ya sabes, en el granero con Meggie.
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Era tan feliz
que pude haber muerto.
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Nunca me dijiste esto.
¿Algo sucedió entre ustedes?
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En realidad no.
Coqueteos, pequeños momentos.
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Pero poco tiempo después,
los rusos invadieron Checoslovaquia...
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y yo me mudé a los Estados Unidos.
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No sé.
Te diré algo.
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Si ella me hubiera
correspondido el beso...
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yo no estaría sentado aquí ahora.
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Lo hubiera abandonado todo.
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Quiero decir, no lo hizo, pero--
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No sé.
Sigo pensando...
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que en el seminario dijiste
que la vida del sacerdote es difícil.
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Y que si te ves siendo feliz
haciendo otra cosa, deberías hacerla.
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Ése era mi sermón de reclutamiento...
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el cual no está mal
cuando estás comenzando...
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porque te hace sentir
como infante de marina.
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La verdad es
que nunca puedes decirte...
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que sólo puedes ser una cosa.
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El ser un sacerdote
o el casarte con una mujer...
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es el mismo reto.
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No puedes hacer un compromiso real...
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a menos que aceptes
que es una elección...
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que sigues haciendo una y otra vez.
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He sido sacerdote más de 40 años...
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y me he enamorado
al menos una vez cada década.
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No me dirás qué hacer, ¿verdad?
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Dios te dará tu respuesta.