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Querida, pon la muñeca
junto a la cebra de cerámica.
:33:04
-Sra. Winkler, disculpe.
Quería revisar el menú. -Así es.
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Stevens, baje esa pieza que
el Sr. Winkler odia.
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Póngala junto
a la chimenea.
:33:13
Quiero nueces
y esas cosas.
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-Como entrada, habíamos dicho...
caracoles, sí. -Escargots, sí.
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-Y la ensalada de papa y trufas.
-Trufas, claro. Pero no en fetas finas.
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-Corte tajadas grandes.
-Las trufas se filetean finas.
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-Naturalmente, no le sugería
nada excesivo. -Claro.
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Luego, tenemos
róbalo escalfado.
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Y soufflé de espinaca
y ensalada y postre.
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-Y aguamaniles.
-Ningún plato los requiere.
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Los pondremos. Nunca se sabe
quién necesitará lavarse los dedos.
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-¿Otra vez redecoraste esto?
-Muy bien, tómatelo con calma.
:33:50
No me digas eso. Es como si cada
noche llegara a una casa extraña.
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¿Qué es esto?
¿No te dije que te deshicieras de eso?
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-Es un arpa. No tienes estilo.
-No me digas que no tengo estilo.
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Nadie toca el arpa.
¿Qué hace en el medio de la sala?
:34:04
Me gusta el
recorrido visual.
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No sé qué te agarró.
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De repente,
te volviste petulante.
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Mis galletas pagan todo
esto, así que cállate.
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¿Qué hay de comer?
:34:17
No me digas que otra vez
gorrioncitos en mantita de lechuga.
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Ya estoy harto
de mantitas de lechuga.
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-Son faisanes. Y los comiste la
semana pasada. -Y me llené de ampollas.
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En toda la boca.
Casi me atraganto con una.
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-¿Puedo comer una hamburguesa con queso?
-¿Olvidaste que hoy damos una cena?
:34:35
¡Genial!
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-Justo cuando tengo tanto en la
mente. -En tu mente no cabe mucho.
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Vístete.
Y recuerda, esmoquin.
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-Tengo hambre. No quiero vestirme.
-¿Quieres un caracol?
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-¿Estás loca? ¿Crees que comeré eso?
-Tú comes cosas hervidas.
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Un caracol, al caminar,
deja un rastro asqueroso.
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-En Francia, no.
-¡Dios!
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¿Qué pasó con las albóndigas de
pavo y los spaghetti? Eso me gusta.