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Me llevé un susto de muerte.
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No pasa nada.
Déjelo.
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Dijiste que Sir William
podía haber elegido
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entre Lady Sylvia
y Lady Stockbridge.
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Se lo pregunté a la señora
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y dijo que se lo jugaron
a las cartas.
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-¡No!
-Yo tampoco puedo creerlo.
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¿Crees
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que fue una broma?
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No estaría muy segura.
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¿Sabes lo que he oído?
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-Escúchame.
-¿Qué?
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¿Por qué nuestras vidas
son las de ellos?
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Mira a la pobre Lewis.
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Le preocuparía menos un infarto de
su madre que un pedo de Lady Sylvia.
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Tienes que saberlo.
No puedes engañarme.
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No busco la discreción
en una doncella.
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-Salvo con mis propios secretos.
-No sé mucho, señora.
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Pero contaba con Sir William
para una inversión
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y había garantizado
su interés,
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sea lo que sea.
En fin, el Sr. Barnes,
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el criado del comandante,
dijo que quería irse
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pero Lady Lavinia le convenció
de que se quedara
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para no empeorar las cosas.
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Gracias a Dios. Lewis me dijo
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-que ibas a ir de blanco.
-Está loca. Yo nunca voy de blanco.
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Ya me pareció extraño.
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Por cierto, no le contraríes
esta noche.
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-No sé de qué hablas.
-Lo sabes muy bien.
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Está de pésimo humor
con todo el mundo.
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Habla de retirarte
la asignación.
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¡Es de por vida! Así se decidió.
No puede hacer eso.
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Pues ten cuidado.
Está deseando pelearse con alguien,
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así que no le des motivos.
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Sobre esto
sí puedes ser discreta.
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Gracias.
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¿A que es bonito?