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los piojos que abrían sendas
en mi pelo,
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mis axilas visitadas por hormigas?
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¿No era acaso provisional
ese segundo sueño?
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¿Tener la cabeza
coronada de mariposas,
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gordas larvas que
brotaban del ombligo,
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la frente fría cubierta de insectos,
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mi boca inerte que besaba
escarabajos?
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¡Cuánta somnolencia,
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cuánto entumecimiento,
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cuánta pesadilla
en esa adolescencia!
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¿Qué piedra es ésa, al fin,
que pesa sobre mi cuerpo?
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Hay un frío misterioso en ese fuego.
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¿Hacia dónde estoy
siendo llevado un día?
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¡Qué losa blanca,
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qué polvo anémico,
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qué campo callado,
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qué calas, qué cipreses tan altos,
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qué lamentos tan largos
rasgan mi cuerpo adolescente!
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Entra un poco en esas cosas
que me adormecían.
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Ceba tus ojos en esa
orquídea ajada,
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en esa pulsera,
en ese par de ligas rosas,
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en todas esas baratijas que pagué
con monedas robadas a mi padre,
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y que iba enterrando en esa caja...
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para desenterrarlas un día
y esparcirlas en la tierra...
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y pensar con mis ojos de ahora:
¡fue una larga, larga adolescencia!
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Llévatelas, Pedro, lleva todas esas
chucheríasa casa y cuenta...
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cómo se fue tramando
la historia del hijo y del hermano.