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Descubrimos cuánto
se ajustan nuestros cuerpos...
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y cómo con nuestra unión
vamos a continuar la infancia,
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sin mella para nuestros juegos,
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sin trauma para nuestra historia.
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Fue un milagro descubrir...
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cómo nos bastamos dentro
de los límites de nuestra casa,
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y eso confirma
la palabra de nuestro padre:
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""la felicidad reside
en el seno de la familia"".
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¡Fue un milagro, Ana!
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Y no permitiré que ese acierto
del destino se destruya,
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pues quiero ser feliz.
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Yo,
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el hijo torcido,
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la oveja negra que nadie confiesa,
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el vagabundo de la familia,
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pero que ama nuestra casa.
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Y amo esa tierra,
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y amo también el trabajo
aunque se piense lo contrario.
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Bendecidas son
mis manos para plantar,
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sé oír cada llamada de la tierra.
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Seré bueno cuidando
a los animales,
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protegiendo a nuestro rebaño
de los vientos ásperos,
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llevándolo bajo los árboles
cuando la lluvia caiga.
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¡Tengo alma de pastor, hermana!
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Y me presto a cualquier tarea,
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nada hay en la hacienda
que yo no pueda hacer.
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Y una tarde de ésas,
cuando nuestro padre...