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Pues quienes abren demasiado
los ojos acaban ciegos.
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¡Nadie en nuestra casa ha de
padecer de un exceso de luz...
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capaz de cegarnos,
como la oscuridad!
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¡Nadie en nuestra casa
dará nuevo curso...
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a lo que no puede desviar!
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¡Nadie ha de confundir
lo que no puede confundirse:
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el árbol que fructifica
con el que no da frutos,
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la semilla que se multiplica
con el grano que no germina,
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nuestra sencillez de todos los días
con el pensamiento que no produce!
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¡Por eso muérdete la lengua!
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¡Ninguna sabiduría disolvente
contaminará los modos de la familia!
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No fue el amor como creía,
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fueron el orgullo,
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el desprecio...
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y el egoísmo...
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los que te trajeron
de vuelta a casa.
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¡Ya, Yohana!
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¡Disculpa a nuestro hijo!
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Estoy cansado, padre...
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¡Perdóneme!
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No traigo el corazón
lleno de orgullo como piensa,
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vuelvo a casa humilde
y sumiso.
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Ya no tengo ilusiones,
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ya sé qué es la soledad,
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ya sé qué es la miseria.
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Y sé también ahora
que no debería haber dado...
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un paso siquiera
fuera de nuestra puerta.
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De ahora en adelante seré
como mis hermanos.
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Me entregaré con disciplina
a las tareas que me asignen,
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llegaré a los campos de labor
antes de que llegue el día,