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¿Qué te pasa?
¿Te duele la barriguita?
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Quizá se contagió tu síndrome
del intestino irritable.
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Sólo come comida
de humanos,
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por eso
tenemos que engañarlo.
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Ahora, si te ve comer
su alimento balanceado,
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no lo dejará en paz.
Jimmy...
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hazme un favor.
Cómete su alimento.
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¿Habla en serio?
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Sí, en serio.
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- ¿Quiere que coma comida de perros?
- Es alimento balanceado.
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El lo hará por ti.
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No, no, no. ¿Qué haces?
Así no.
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Tienes que ponerte en cuatro patas
como un perro.
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De otro modo no lo comerá.
No es estúpido.
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No me pondré
en cuatro patas.
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- Claro que sí.
- No lo haré.
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Voy a contar hasta tres.
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¿De acuerdo?
Uno, dos...
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tres.
Come el maldito alimento.
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- Cómalo Ud.
- Escucha, desgraciadito.
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Tú trabajas para mí, ¿sí?
Eres mi perra.
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Si te digo que te pongas
en cuatro patas, mejor lo haces.
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Ahora come el maldito
alimento para perros.
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En primer lugar,
no soy su perra.
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En segundo lugar, no pasé dos
malditos años en correspondencia
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para comer su maldito alimento
para perros, ¿de acuerdo?
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¿Sabe qué?
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Renuncio.
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Sí. A eso me refería.
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Finalmente alguien encontró
sus pelotas en esta oficina.
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Ahora actúas
como un representante, Jimmy.
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Casi te encuentro
atractivo.
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¿Sabes qué?
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Te haré representante
la semana próxima.
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¿Qué te parece? Puedes decírselo
a tus amigos cuando salgas.