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- Está bien, habla.
- ¿Hablar, crees que es una ópera?
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Podemos detener esto, tienes un hijo y
una esposa que te aman, no huyas de eso.
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- Tú lo hiciste.
- Sí.
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Lo hice y lo siento, desde entonces me
he arrepentido.
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Bueno, todos debemos pagar de una
manera u otra, ¿verdad?
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¿Qué sucede Joey?
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Se llama suicidio por un policía,
es fácil, sin pastillas, ni rodeos.
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Quise probarlo.
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¿Cómo llegamos a esto? Recuerdo el
día en que naciste.
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¿Sí? Yo recuerdo el día que te fuiste,
ahora estamos a mano.
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No te mataré hijo.
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Bueno, tus amigos allá afuera sí.
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Y lo sabes.
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Aguanten el fuego.
Aguanten el fuego.
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Dame tu arma Joey.
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Aléjate, no quiero dispararte.
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Si crees que me lo
merezco por lo que hice.
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Maldita sea, aléjate.
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Pero no lo harás porque no es el
verdadero tú.
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No conoces el verdadero
yo, no sabes nada de mí.
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Sí te conozco, eres mi hijo.
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No eres malo, no eres un ángel,
sólo estás asustado porque tu viejo...
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se fue y te dejó, sé que dolió mucho,
pero Joey, aun eres mi hijo y siempre...
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- lo serás.
- ¿Y por qué me dejaste?
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Porque fui un estúpido y tenía miedo,
se me olvidó cómo se sentía estar solo.