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perseguido
por la turba enloquecida,
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con la sangre
brotándole de la cabeza.
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Jugaban con él, torturándolo,
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como niños con un perrito.
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Jim se puso
tres veces de rodillas
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y les suplicó.
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"¡No hay motivo para matarlo!
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¡No porque es de Amboina!"
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Lo asesinaron de todos modos.
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ÉI les suplicó
20 minutos de rodillas:
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"¡Por favor, no lo maten!"
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En situaciones tan repugnantes,
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muchos colegas se retiran.
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Por la propia
seguridad, pero también
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porque instintivamente, piensan:
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"No me concierne".
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Jim siempre está en el medio.
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Se siente parte del asunto.
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Sus fotos
lo demuestran. Por eso,
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se puso de rodillas, entre ellos.
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Algunos amigos
míos tambien estaban.
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Pero no al lado
del tipo que mataban,
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sino sobre
un puente, o un edificio,
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tomando fotos desde lejos.
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Cuando la cosa
se pone personal,
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ahí está Jim.