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Me ofrecieron el cargo de subdirector
de salud pública en Chicago.
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- Fantástico.
- No aceptaré el cargo.
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Pero creo que tú deberías considerarlo.
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¿ Yo?
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El representante de Chicago
lleva aquí toda la semana...
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observando a mis mejores inspectores.
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Tú le gustaste.
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- Que entre el Sr. Tillman.
- Sí, señor.
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- Ay, cielos.
- Hola, Eva.
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- Me estuviste observando el otro día.
- Sí.
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Y estuviste sensacional.
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Pasaste airosa la prueba.
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Debí ponerme un pañal.
Chicago es una ciudad dura.
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Necesitamos inspectores
férreos como tú.
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- ¡No sé qué decir!
- Y eso no suele ocurrir.
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No tienes que decir nada ahora mismo.
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Aún tengo que observar
a más candidatos.
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Pero te avisaré en unas semanas,
cuando tome una decisión.
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Conocerte fue... toda una experiencia.
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Bien. Adiós.
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¡Genial! Quería su trabajo,
pero esto es mucho mejor.
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- ¡Dios mío!
- Esto será muy emocionante para ti.
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Un mejor trabajo, más dinero
y una ciudad nueva.
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Sí, mis hermanas...
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- ¿Qué?
- Nada.
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Seguro que se alegrarán
mucho por mí.
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Gracias por su recomendación.
Gracias.
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- Te veré en dos semanas.
- Gracias.
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- Muy bien.
- Adiós.
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¿Por qué nunca me puedo hacer
una pedicura la noche de las chicas?
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¿Por qué nunca me puedo hacer
una pedicura la noche de las chicas?
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Porque es la noche
de las hermanas Dandridge.
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Nadie quiere tocar
tus horribles pies.
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Señoritas, adivinen a quién vi.
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Lucius Johnson.
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¡Exquisito Lucius!
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No me importaría verlo de nuevo.
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- A mí tampoco.
- Me pregunto si está casado.
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Eva, ¿estás bien?
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Sí, claro.
¿Por qué no lo estaría?
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- ¿Sigues enamorada de Lucius?
- ¡No!
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¡Dios! Vamos.
Es agua pasada.
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Si le das a un hombre tu energía,
siempre la conservará.