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Hija mía, ¿nunca oyó hablar
de artista nacional, no?
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Sí, pero historias de amor bonitas
de verdad, sólo en esas películas.
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Pero con heroína nacional, es bueno
porque el beso viene traducido.
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Déjese de estupideces,
que yo no Ie he dado esa Iibertad.
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Usted es dulce
como las lluvias de anacardo...
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que caen de repente en eI caIor
más duro de noviembre.
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Linda...
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como un viento
en un pasto bien grande.
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Doña Lisbela...
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usted para mí
es Ia bandera brasiIeña.
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Una bandera bien grande.
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Y Leléu Antônio da Anunciación
es el asta para usted.
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- ¡Parece que me estoy volviendo loca!
- ¡Hasta parece que estoy soñando!
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- Pero IIegó Ia hora de despertar.
- ¿Despertar para qué?
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Vamos a ver eI fin de Ia peIícuIa.
Apuesto que tiene un finaI feIiz.
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Mejor no, Leléu. Historias como
la nuestra acostumbran acabar mal.
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La nuestra no acaba nunca.
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Cuanto más amor siento,
más falta para sentir.
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Un día va a terminar.
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¿Vas a decir que nunca antes
te gustó otra mujer?
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Siempre me gustaban
todas de una sola vez.
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Pero es Ia primera vez
que me gusta sóIo una para siempre.
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Mi vida se encaja en Ia suya,
doña LisbeIa...
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y todo se encaja en mi vida.
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No debía decírselo, pero
me estoy derritiendo toda por usted: