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¡Mi emperador!
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¡Mi querido tío!
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Permítame darle mis
felicitaciones por su ascendencia.
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Tengo que hablar contigo
sobre Martín Lutero.
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El Papa envió a su nuevo cardenal
para ayudarnos con ese problema.
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Ah... viajaste ese largo
camino, desde Roma hasta aquí...
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¿sólo para ayudarnos con
ese pequeño problema?
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La herejía... nunca es
algo pequeño mi señor.
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Entonces... Su Alteza, puedo tener
por unos momentos su atención.
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- Si el asunto es Martín Lutero...
- ¡Mi asunto es Sajonia!
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Y yo deseo una corta
audiencia... con mi emperador.
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- Entregue a Lutero a Roma
- No puedo.
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Es un súbdito. Y mi deber
es que él tenga un juicio.
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Me dio su palabra de que la inquisición
dará a Lutero un juicio justo.
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La inquisición romana
no juzga, mi señor.
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¡Ella sólo mata!
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¡Y toda Alemania reza
para que la defienda!
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El hereje debe ser juzgado.
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Su bendito
bisabuelo Maximiliano...
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nos dijo que ningún súbdito
alemán sería condenado...
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sin un juicio justo
en su propio país.
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Entonces debemos
juzgarlo en Alemania...
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en Worms.
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Worms es muy lejos
de Wittenberg, mi señor...
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y el Papa da recompensa
por la cabeza de Lutero.
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¡Sus espías están por todos
lados desafiando mi gobierno!
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Y, más aún, desafiando
también su trono.