Alexander
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Las tierras al oeste del Eúfrates.
La mano de su hija en matrimonio.

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¿Cuándo ha recibido
un griego tales honores?

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No son honores, Parmenión.
Son sobornos...

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que los griegos han aceptado
durante demasiado tiempo.

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¿Olvidas que el hombre
que asesinó a mi padre

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yace al otro lado
de este valle?

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Aún no estamos seguros de que hubiera
oro persa detrás del asesinato...

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¡Eso no importa!
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Sabes que eso no es cierto.
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Tu padre te enseñó a no someter jamás
la razón a la pasión.

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Te lo ruego.
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¡Reagrupa! Vuelve hasta la costa,
recluta un ejército mayor.

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Lo haría,
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si yo fuera Parmenión,
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pero yo soy Alejandro.
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Y así como la Tierra
no tiene dos soles,

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tampoco Asia tendrá dos reyes.
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Éstas son mis condiciones.
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Y si Darío no es un cobarde
que se oculta tras sus hombres,

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mañana se enfrentará a mí.
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Y cuando se doblegue
ante Grecia,

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Alejandro mostrará piedad.
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Por las cadenas de Ares,
tiene huevos.

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¡Tienes que reconocerlo,
Parmenión!

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Y muchachos,
festejad esta noche,

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pues mañana cenaremos
en el Hades.

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¿A quién oras?
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A Fobos.
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¿Temor?
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Un mal agüero.
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Más aún para Darío.

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