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Tú lo viste, ¿no?
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¡Si él sintiera amor,
no habría huido!
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¡Carajo! ¿Qué es eso?
¡Dejarse robar la mujer!
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Escucha, mañana a las ocho,
reúne a tu familia...
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que voy a pedir tu mano.
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Prefiero ver a mi hija muerta,
que casada con un negro bandido.
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Así me ofende, don Sidney.
Usted apenas me conoce.
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¡Te conozco lo suficiente para saber
que eres un negro vago!
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-Escuche, don Sidney, yo vine a...
-¡Yo no escucho nada!
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Hija mía, tú ya no eres una niña
para creerle a un negro.
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¡Para abajo, para abajo!
¡Andando!
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¡Calma!
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Andando, bájense, andando.
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¡Andando!
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Me casé ahí mismo.
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Me llevé a mi amor
conmigo...
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mi mano negra en el
blanco algodón de su mano.
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Ha sido la mejor cosa
que me ha pasado, doctor.
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Dalva me dio una familia.
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¿Dejaste de robar?
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¡Qué es eso, doctor! Con ella
a mi lado, monté un esquema mejor.
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Agarraba carros importados
y los llevaba a Paraguay.
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Con dinero en el bolsillo,
regresaba a la comodidad del hogar.
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¿Y tienes hijos?
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Tres con Dalva.
y uno con Rosirene.
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Usted sabe cómo es, el demonio sólo
tienta a quien está cerca de Dios.
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¿No le ha pasado?
¿Una pasión arrebatadora?