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-¿Por qué nunca dijo nada?
-Porque para él...
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...las acciones hablan mâs
que las palabras. ÉI cree en ti...
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...y ahora tû tienes que creer en él también.
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Lamento la manera en que
me he estado comportando.
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No tengo ningûn derecho
a insultar a nadie.
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Cuando tus patas son mâs cortas
que las de un perro ovejero...
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...te acostumbras a las burlas.
Te entiendo.
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Es sôlo que...
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No soy un caballo de carreras.
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Soy una cebra.
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-Soy una cebra.
-¿ Y qué...?
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Para mí, eres sôlo un caballo con rayas
que necesita cambiar de actitud.
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Tucker, ¿crees que tengo
lo que se necesita, o no?
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Escûchame, muchacho.
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No tienes la fuerza ni la habilidad
natural de un pura sangre...
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-Lo sabía.
-...pero tienes mâs corazôn...
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...que todos ellos juntos.
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¡Pero... la barrera!
Me paralizo, no puedo correr.
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No sé por qué me ocurre.
No puedo hacerlo.
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La mayoría de los caballos
le temen a la barrera al principio.
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Es normal. Pero se les pasa.
A ti también se te pasarâ.
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Sôlo sigue corriendo, ¿eh?
Deja que el Jefe se preocupe por la barrera.
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ÉI sabe lo que hace.
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¡Muy bien!
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Muy bien, muchachito.