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responder al ataque injustificado
al sistema de trabajos forzados...
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que hemos oído aquí esta tarde.
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El delito debe ser castigado.
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Los hombres que cometen delitos
son hombres duros...
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y sus castigos deben ser duros.
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Pero la brutalidad de la que oímos hablar
es una burda exageración...
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nacida de la fantasía
de los desinformados.
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En la vida del presidiario
hay trabajos forzados.
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La disciplina es estricta...
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pero no hay brutalidad.
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El propósito de la prisión es
no sólo castigar la delincuencia...
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sino también desalentarla.
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Y hay menos delincuencia en este estado...
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en proporción a su población...
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que en otros 40 estados de este país.
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Finalmente, como prueba del valor
de los trabajos forzados...
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como forjador del carácter,
no tengo más que presentarles...
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el mismo caso
que nos han presentado hoy aquí...
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el caso de James Allen...
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que ingresó a los trabajos forzados
como un vagabundo indigno...
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y lo dejó para convertirse
en uno de los ciudadanos...
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más dignos y respetables
de la gran ciudad.
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La Comisión considerará
el caso de James Allen.
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Cinco minutos, Allen.
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Se negaron a indultarte.
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¿Se negaron?
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La promesa del estado
no significaba nada.
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¡ Eran todas mentiras!