Alice Adams
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...y tan triste.
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Pero, ¿por qué es tan triste para ti?
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No lo sé.
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Quizá es uno de esos inútiles
presentimientos que siempre tengo.

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Me temo que extrañaré éstas nuestras
noches de verano cuando se acaben.

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¿Se tienen que acabar?
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Todo se acaba alguna vez.
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No nos adelantemos tanto.
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No tenemos, desde ya,
que pensar en el cementerio, ¿cierto?

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Nuestras noches de verano terminarán
antes de eso, Arthur Russell.

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¿Por qué?
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Santo cielo,
hay una lacónica elocuencia en ti.

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Casi una proposición en una sola palabra.
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Bueno, yo...
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No te preocupes. Eso no te compromete.
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No, pero algo se interpondrá.
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Quiero decir, alguien.
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La gente habla terriblemente
en esta ciudad.

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No siempre dicen sólo la verdad.
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Inventan cosas. Sí, realmente lo hacen.
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¿Y eso qué importa?
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Es sólo que preferiría
que no te inventaran cosas de mí.

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Sabría que no son ciertas.
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¿No sería maravilloso que dos personas
pudiesen ser el uno para el otro?

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¿Y si se las arreglasen para ser amigos
sin que la gente hablara de ellos?

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Lo hemos hecho bastante bien, ¿verdad?
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Y si quieres
que nuestras noches de verano terminen...

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...tendrás que alejarme de ti.
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¿Quién más podría?
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Nadie.
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Bueno, yo no lo haré.

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