:03:03
No, Srta. Judy.
No me puede despedir.
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-¿ Y si no puedo pagarte el sueldo?
-Es diferente.
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No me pague, pero no me eche.
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-Eres tan dulce.
-Sí. Y no se preocupe.
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Conseguiré clientes
aunque los enferme yo mismo.
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Tony, necesitamos mâs que clientes.
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No entiendes.
Debo gran cantidad de dinero.
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Mâs de lo que pueda pagar.
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Déjeme ver. ¿A quién conozco
que sea rico?
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¿La señora grande
y fuerte del sanatorio?
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-¿La Sra. Upjohn?
-Sí, ella.
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Le prestaría dinero.
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Es rica. La semana pasada
me dio un dôlar de propina.
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Una vez ofreciô ayudar.
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No es correcto
pedir a los pacientes.
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Entonces la haremos socia.
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Vamos antes de que cambie de idea.
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Adelante, Srta. Judy.
Allí estâ la Sra. Upjohn.
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-Pero, Sra. Upjohn...
-No, doctor. ¡Me voy!
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Sr. Whitmore, mi cuenta.
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-Como diga.
-¿Qué sucede, Sra. Upjohn?
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No es su culpa, querida.
Es el doctor.
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Dijo que estoy perfecta
y sé que tendré...
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...un colapso nervioso.
Adiôs, Judy, querida.
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Que suban por mis maletas.
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¡Gil! ¡Gil!
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-Me alegra que estés aquí.
-¿Qué pasa, amor?
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Abrâzame fuerte. Estaré bien.