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Porque usted se llama Boeldieu,
oficial de carrera francés,
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y yo soy Von Rauffenstein, oficial
del ejército imperial alemán.
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Pero todos mis compañeros
son oficiales.
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¿Un Maréchal y una Rosenthal,
oficiales?
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Son buenos soldados.
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¡Bonito regalo de la
Revolución Francesa!
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Me temo que no podemos hacer
nada por detener el tiempo.
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Boeldieu...
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...no se quién ganará
esta guerra,...
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...pero estoy seguro
de una cosa:
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Será el fin de los Rauffensteins
y de los Boeldieus.
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Ya no nos necesitan.
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¿Y no le parece una lástima?
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Es posible.
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Admiro lo bien que cuida
su geranio.
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No crea que me he convertido
en un botánico,
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pero es la única flor
de la fortaleza.
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Aquí sólo crecen la hiedra
y las ortigas.
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Me alegra escapar contigo.
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Dirás con nosotros.
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Bueno, Boeldieu me gusta...
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...pero, ¿sabes?, con él...
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...no puedo hablar.
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No es la misma educación,
hay un muro entre nosotros.
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Es un tipo estupendo.
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Sí, lo es, pero...
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...si tú o yo fuéramos
pobres...
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...nos trataría
como a dos pordioseros,...
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...mientras que él seguiría...
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...siendo el "Señor de Boeldieu".
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Tú también eres increíble.
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Compartes los envíos
de tu familia.
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¡Pura vanidad!
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Vengo de una familia acomodada.
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Al invitaros a mi mesa, me permite
demostrar que mi familia es rica.
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La gente cree que somos
avaros.
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Grave error, somos generosos.
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Lo que ocurre,
fundamentalmente,
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es que Jehová nos regaló
con el pecado del orgullo.