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Beachcroft Manningtree.
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- Un nombre poco corriente.
- Es la primera vez que lo oigo.
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Vamos, Erica.
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- Vámonos ahora.
- No puedo, ¿qué pensarían?
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- Yo hace rato que pienso.
- Calla.
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"El amor llama una vez,
la pasión..."
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- Cuidado, amiga mía.
- Yo lo leeré.
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- Dejémoslo así, Harold.
- Era mi lema.
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- ¡Ah, los helados!
- Justo a tiempo.
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- Tía, de verdad, tenemos que irnos.
- Sí, tenemos que irnos.
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¿Podrías servir estos helados?
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Cómo no.
¿Éste es de fresa?
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Sí, el rojo es de fresa y
el blanco, de vainilla.
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¡Fíjate tú!
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Qué agradable es.
¿Conoce ya a tu padre?
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- No mucho.
- ¿En qué trabaja?
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- Está empleado, creo.
- Ah. ¿En qué?
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En publicidad.
Diseña anuncios.
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Su nombre es poco común.
¿Cómo era?
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- Beachtree Manningcroft.
- Oh, no le había visto.
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¿Podrías llevar estos helados
a esa niñera de ahí?
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Qué dulce es Erica,
¿no le parece, Sr... Croft?
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- Sí, mucho.
- ¿Hace mucho que conoce a su padre?
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- Oh, sí, años y años.
- Su trabajo debe ser apasionante.
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- ¿Mi trabajo?
- Erica me ha hablado de él.
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- Oh, claro.
- ¿Le gusta?
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Hay tantos jóvenes a los que
no les gusta su trabajo.
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- Estoy muy satisfecho.
- Debe ser difícil dar con el tono.
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- Sí, es necesario tener buen oído.
- ¿Oído?
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Creía que tener buen ojo
era más importante.
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Sí, también es importante.
Pero yo puedo leer deprisa.
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Puedo cantar cualquier canción
si me la ponen delante.
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- ¿Cantar?
- Y tocarla, claro.
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Ah, ya, claro.
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Le diré que ahora sí nos vamos.