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Mme. Lorenzi.
Tiene coraje, esa mujer.
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- Demasiado.
- Perfecto.
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- La Ópera reabrirá.
- Sí, monsieur.
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Buenos días, Christine.
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- Buenos días.
- ¿Me permites, Christine?
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Sí, adelante.
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- ¿ Y bien?
- Christine, yo...
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- ¿Sí?
- ¿Podría hablar contigo...?
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- ¿Qué ocurre?
- Usted primero.
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- Christine, yo...
- De uno en uno, por favor.
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Tú primero, Anatole.
Tu nombre empieza con A.
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Van a reabrir la Ópera.
Por fin cantaremos...
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Se equivoca, monsieur.
Lo siento, Christine.
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Van a reabrir la Ópera, pero sin ti.
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Las circunstancias del asesinato
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exigen que cante otra persona.
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- Pero Anatole...
- Le agradará saber, monsieur,
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que las circunstancias
del asesinato exigen que cante ella.
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¿De veras? Sé que su profesión
requiere seguridad en sí mismo,
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- pero ¿no se está excediendo?
- En absoluto.
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Tengo un plan
para capturar al asesino.
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- ¿Se ha vuelto detective?
- Sí.
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Muy bien, si le divierte,
pero debería limitar su afición
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a su círculo de amistades.
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Dejémonos de tanto hablar.
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Messrs. Amiot y Lecours
me han asegurado
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que, en cuanto reabra la Ópera,
MIle. DuBois cantará.
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Y quisiera añadir que mi plan
es estrictamente confidencial.
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Lo siento, pero,
en mi calidad de oficial,
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ordené a Messrs. Amiot y Lecours
que no te permitiesen cantar.
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- Pero Raoul...
- Al menos de momento.
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Y no estoy en absoluto
interesado en su plan.