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Un inspector de reclamaciones
es un médico, y un sabueso y un...
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¿Qué? Sí, espere un
momento.
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Un inspector es un médico,
un sabueso...
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un juez, un jurado y un
confesor, todo a la vez.
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Si no te interesa es que no
quieres usar la cabeza.
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Te basta con llamar a una puerta
y ganarte unos cuantos dólares.
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-Es una mujer.
-Soy Walter Neff.
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Tuve que llamarte. Es muy
urgente. ¿Estás acompañado?
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Sí, estoy ocupado. ¿Puedo
llamarte luego, Margie?
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Imposible. Tengo un minuto.
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Sale esta noche en el tren.
¿Me escucha? ¡Walter!
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Sí, te escucho, Margie.
Apresúrate.
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El médico le deja ir con
muletas. Dice que le sentará bien.
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Es estupendo. Como tú
querías. En tren.
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Con las muletas será más
sencillo, ¿no crees?
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No podía ser mejor.
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Espera un momento.
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Keyes, me paso por tu
despacho.
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Te espero, pero dile que no
se eternice.
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Dime.
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En el de las diez y cuarto, de
Glendale. Le acompañaré.
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El mismo callejón. Y los tres
bocinazos. ¿Algo más?
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No. ¿Qué color elegiste?
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Azul marino. La pierna izquierda.
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-Sí, muy bien.
-Ya está, Walter.
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Tiemblo al pensarlo, pero
mejor acabar cuanto antes.
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Te quiero, Walter. Adiós.
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-Discúlpame.
-¿Qué pasa?
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¿Te persiguen las mujeres
o no es asunto mío?
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-Quizá fuera una cliente.
-¿Pretendes que me lo crea?
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¿Por qué no te casas?
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-Cásate tú.
-Estuve a punto.
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Hace mucho tiempo.
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Mira, Keyes, debo ver a un...
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Teníamos la iglesia. Ella
vestía un traje de satén blanco.
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Yo iba a la joyería a
comprar el anillo...
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...cuando el enanito me advirtió.