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Lo que le parezca bien.
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Yo me constituyo prisionero.
Disponga de mí a voluntad.
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Todo Io que poseo,
y poseo mucho,
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todo Io que me pertenece,
Io pongo a sus pies.
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Perdone, señorita,
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pero no suelo emocionarme
ni turbarme
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como ahora. También
me expreso muy mal, y Io sé.
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Estoy diciendo simplezas,
banalidades.
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En fin, Io que yo diga
no importa.
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Lo que cuenta
es Io que me responda Vd.
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Una palabra,
y su vida puede cambiar.
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Mañana, si quiere,
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las mujeres más bellas de París
se morderán los nudillos
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sóIo con oír pronunciar su nombre.
Al lado de las suyas, sus joyas
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parecerán blandas como carbón.
Tendrá los más bellos carruajes.
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Me asustan los caballos.
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Por favor, no diga que no.
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Decir sí
no me causa ningún placer.
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Entonces no diga nada.
Déjeme esperar.
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Es que si me callo,
sóIo hablará Vd.
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Y como está emocionado y turbado
seguirá diciendo banalidades:
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Diamantes, caballos,
el petral, la avena,
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y luego el arnés.
En fin, la gran vida.
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Si todo eso me cayera del cielo,
tal vez no diría
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que no.
Pero esa forma de hablar:
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"Una palabra
y su vida puede cambiar"...
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Eso quiere decir
que mi vida no vale nada.
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Es una vida miserable, según Vd.
¿ Y si a mí me gusta esta vida?
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De todos modos,
Ilega y dispone de mí.
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Hace el inventario.
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Yo le gusto, vale, está claro.
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¿ Pero y si alguien me ama?
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No Io creo.
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Es Vd. Demasiado bella
para que la amen de verdad.
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La belleza es una excepción,
un insulto al mundo
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que es feo. Raramente
los hombres aman la belleza.
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La hostigan simplemente para no oír
nada más de ella, para borrarla,
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para olvidarla.
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¿ Es Vd. Cazador, tal vez?