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Y no eras tú la víctima.
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Da igual. Cuando vi su cara
tan cerca de la mía. ¡Esos ojos!
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Si le hubieras golpeado antes,
no los habrías visto.
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- ¿ Qué desean?
- Alcohol. Del que quiera.
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Un chocolate.
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Con nata.
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Como un tigre. ¿ Entiende?
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Un poco de silencio, por favor.
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¿ Afirma, señora,
que ese tal Forestier
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conocía a la Srta. Garance?
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Un nombre extraño, ¿ no cree?
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Me defendí como un tigre.
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Me aferré al morral como un tigre.
Y no vea cómo pegaban.
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- Pero ésta es sólida.
- Por favor.
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Vaya si es sólida mi cabeza,
ha aguantado bien.
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- ¿ Qué decía?
- No Io sé. Estoy como loca.
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Forestier. ¿ Quién iba a pensarlo?
Tan correcto, tan bien educado.
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Es extraño.
Le pregunté a Garance
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si le conocía, y dijo:
"No, no conozco al Sr. Forestier."
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Parece que Io tiraron del 3º.
¡Qué desgracia,
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un padre de seis hijos!
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Del tercero.
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Yo he oído que se ha tirado por
la ventana. Y todo por una mujer.
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¿ Qué pasa?
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Uno que ha tirado
a su mujer por la ventana.
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¡Una madre de seis hijos!
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No puede pasar.
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- Yo vivo aquí.
- Ah, eso es otra cosa.
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Aquí está.
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¿ Señorita?
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¡Yo la conozco!
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La detuve por el robo de un reloj.
Pero la solté. No estaba claro.
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La cosa mejora.
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Todo Io que diga puede
ser usado en contra suya.
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Yo no soy muy charlatana.
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Eso ya Io veremos. Siéntese.