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Tengo una carta suya.
Se la leeré.
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Dice: "O te vas inmediatamente..."
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No, no es ésa.
Es una carta personal, amigos.
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Te dejaré aquí.
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Dijiste que íbamos a pasar la velada
en compañía de Emmy y Bill.
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Este aceite de serpiente indio genuino...
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Quizá sea lo que necesites...
aceite de serpiente.
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- Te ves un poco raquítica.
- ¿De veras?
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Sí, alicaída. Te pasas el día entero en casa
como una gallina enferma.
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- Lo siento, Murray.
- Y deja de disculparte tanto.
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Siempre que abro la boca,
dices que lo sientes.
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Lo siento, cariño.
Ahora soy yo.
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- Hola, Murray.
- ¡Hola! ¿Cómo estás, muchachote?
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La esposa.
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- Son amigas de Rebstock.
- Sí, me imagino.
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Vaya, pero si es la señora en persona,
refinada y hermosa como una margarita.
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Lo siento mucho si los muchachos
no la han dejado dormir las últimas noches.
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No hago más que decírselo,
pero a veces olvidan que no están en casa.
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Bueno, yo...
Voy a ir a tomarme un trago...
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y ya nos veremos, ¿eh?
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Sí.
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¿Por qué no le escupiste a la cara y ya?
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- Marian, ¿qué te ocurre últimamente?
- Nada.
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A mí no me engañas.
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Un hombre sabe cuando no es querido,
cuando lo tratan como si fuera veneno.
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- Eso no es cierto, Murray.
- Sí, lo es.
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En lugar de estar enfurruñada,
si tienes algo contra mí, dímelo.
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De acuerdo, te lo diré.
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Yo no he cambiado, Murray.
Tú sí.
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Te ha ocurrido algo horrible.
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Sabía antes de que abrieras la boca
que sería culpa mía.
:56:55
No dije que fuera culpa tuya...
no del todo. Son tus amigos.