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Si hay alguien aquí
al que haya que cortar el cuello...
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¡Todos firmes!
¡Viene el delegado de Ginebra!
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Quédense como estaban.
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Un barracón de los típicos.
Alberga a 75 hombres.
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Cada uno tiene su propia litera,
lógicamente.
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Lógico.
No van a compartir tres la misma litera.
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Las mantas, verá que abrigan mucho.
50 por cien de lana.
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Y también
huelen a naftalina.
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¿Cuándo se las dieron?
¿Esta mañana?
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¿Cómo calientan el barracón?
¡No tienen estufa!
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La utilizaban de trampilla.
Por eso, la quitamos de momento.
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¿Cuánto tiempo?
Espero que no hasta julio.
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Aquí traen
una comida típica de los prisioneros.
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- ¿Qué tenemos de comida?
- Sopa con codillo de jamón.
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- ¿Quiere probarla?
- No, gracias.
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¿Dónde está el codillo de jamón?
¡Debería haber codillo!
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Cuando lo encuentre,
lo enviamos a Ginebra.
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¿Tienen quejas?
¡Hablen, por favor!
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No tengan miedo de hablar.
Para eso es la Convención de Ginebra,
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para proteger a los prisioneros de guerra,
americanos o alemanes.
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- ¿Qué opina usted?
- Estoy bien aquí.
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- ¿Y usted?
- Bien, después de todo.
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¿Qué le ha pasado a usted?
¿Le han pegado?
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¿Por qué no responde?
¿Qué le han hecho?
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No me han hecho nada.
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- ¿Quién le golpeó?
- Nadie.
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Fue jugando al pinacle.
Es un juego violento.
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Disculpe, señor,
ya que quiere que hablemos.
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Anoche se llevaron
a un compañero de este barracón.
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Apreciaríamos que lo investiguen,
si es que no le han disparado ya.