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¡No! No pueden hacerme esto.
Es un atropello.
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Cambiar mi música de esa manera.
El tempo, toda la idea.
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Haremos una protesta oficial.
No puede ser que su nombre, su música...
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Debe haber algo que podamos hacer.
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Sí, pero, ¿qué podemos hacer?
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Sr. Canfield, no puede hacer esto.
Simplemente no puede hacerme esto.
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Espere. Al, hora de almorzar.
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¡Hora de almorzar!
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Sr. Canfield, le advierto...
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que si presenta mi música
de esta manera...
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Camarada Yoschenko,
permítame explicarle.
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No importa.
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Ud. está en falta, y yo también.
Ahora es mi responsabilidad.
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- No, considero que es mi culpa.
- Brankov y yo opinamos igual.
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- Es culpa de Bibinski.
- No peleemos entre nosotros.
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- La situación es muy crítica.
- ¿Qué es tan crítico?
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Acabamos de ver la peor burla
a la cultura rusa que jamás haya existido.
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Espera un momento.
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No hagamos una tragedia
por un tonto numerito musical.
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Sólo hicimos una canción popular
con la música de Boroff.
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Esa música le pertenece al pueblo ruso.
¿Con qué derecho la distorsionas así?
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Me temo que no comprendes. En EE. UU.,
hacemos estas cosas todo el tiempo.
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Convertimos los clásicos en canciones
populares que atraen a millones.
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No se ofende ni se insulta a nadie,
no hay obligación de escuchar...
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- ¿a quién le importa?
- A mí.
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Me importa todo lo que sea parte
del patrimonio cultural de Rusia.