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Cumple mi promesa, hijo mío.
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Dime que construirás el templo
con el que siempre he soñado,
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para que Dios pueda tener
la morada entre su pueblo.
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Te prometo que lo construiré.
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Sé fuerte y ten valor.
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No temas nada,
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ni te dejes desalentar.
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Oh, Señor, Dios mío,
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me has hecho servirte como rey,
ocupando el lugar de David, mi padre,
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y no soy más que un niño.
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Concédele a tu siervo
un corazón comprensivo
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para juzgar a tu pueblo,
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para diferenciar el bien del mal.
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¿ Quién es capaz de juzgar
la grandeza de tu pueblo?
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Como has venido aquí a rogarme
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y no has pedido larga vida
ni riquezas para ti mismo,
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ni la vida de tus enemigos,
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sino que has pedido comprensión
para poder distinguir como juez...