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¿Ricardo?
¿De verdad das tu aprobación?
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Clarence y yo somos hijos tuyos,
madre, así como Eduardo.
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Lo que es honorable para un Plantagenet
es honorable para toda la familia.
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- ¿Por qué no iba a dar mi aprobación?
- Madre.
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¿No podríamos hablar en nuestras
habitaciones? ¿Por qué aqui abajo?
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El llanto de las mujeres
me crispa los nervios, Clarence.
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He sido soldado
durante demasiado tiempo.
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He visto morir
a demasiados hombres
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y he oido llorar
a demasiadas mujeres.
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¿No quieres que una
mujer llore por ti?
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Una lo hará.
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Solo una. Mi mujer, Ana.
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Nadie mas, hombre o mujer,
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derramará una lagrima
por Ricardo Plantagenet.
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Te equivocas.
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Hay muchos que piensan que eres
el hombre mas grande de lnglaterra.
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Cuando éramos ninos,
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no existía la muerte.
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Eramos tres hermanos
que iban a existir para siempre.
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Si hubiéramos sabido entonces
por qué caminos ibamos a viajar.
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Los años no te han cambiado.
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lncluso cuando eras nino,
te gustaban las espadas,
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las lanzas, el calor del combate.
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Para ti, una batalla era
solo un nombre grandioso.
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No era un campo donde los hombres
derramaban su sangre cruelmente.
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Y tu, el nino de la sabiduría.
Si, éramos muy diferentes.
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Sin embargo, el amor que sentíamos
por el otro era igual.
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Por lo menos eso nunca cambio.
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Mientras los dos vivamos.