Two for the Seesaw
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Entre los dos, me absorbieron.
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Me consiguieron una beca para estudiar
Derecho y entré en su bufete familiar.

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Lucius hizo la casa
en la que vivimos Tess y yo.

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Una gran casa. Una caseta demasiado
lujosa para un perro sin pedigrí.

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Y eso es todo.
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¿Qué viste cuando la vela
volvió a iluminarlo?

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Que me lo había buscado.
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Podría haber dicho basta o haberme ido,
pero no lo hice.

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La mitad de mi vida
he vivido de limosnas.

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Al verlo, anoche dejé plantada
a alguien. A ti.

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No era una buena forma de comenzar.
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¿Sabes qué? Eres muy desconcertante.
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¿Desayunamos juntos
e intento concertarte?

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Claro. A las nueve me quitan una muela,
así que más tarde.

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Me pondré a escupir sangre, así que...
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Quiero decir
que no podremos hacer nada.

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¿Por qué no te acompaño al dentista?
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- ¿Para qué?
- Porque quiero.

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Nos vemos luego.
¿Qué haces cuando te sangra una muela?

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- ¿Te ha pasado?
- Me refiero a ti.

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¿Eh? Ah, dejo que sangre hasta que pare.
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- ¿Por qué?
- No importa.

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- Gittel.
- Sí.

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¿Es muy bueno el Dr. Kruger?
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Es un experto en algodón.
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Te agujerea, te da algodón,
cinco dólares, hasta la semana próxima.

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Vuelves, más algodón, cinco dólares,
hasta la semana próxima.

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Y sigues así hasta volverte loca,
entonces te empasta el diente.

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¿Por qué vienes al Bronx a su consulta?

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