:50:03
Apuesta el culo que sí.
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- Doris, déjame preguntarte algo.
- ¿Qué te parece Washington?
:50:11
- ¿Qué?
- Washington. ¿Te gusta?
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Es una ciudad fascinante,
la sede de nuestro gobierno...
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Washington. Doris Washington.
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Es muy bonito.
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Doris Washington, dime una cosa.
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No puedo evitar la curiosidad...
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- No, no importa.
- ¿De qué se trata?
:50:37
Olvídalo. De todos modos
no es asunto mío.
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Te lo diré, si no es asunto tuyo.
Pregúntamelo. ¿Qué?
:50:46
- Has estado con muchos hombres, ¿no?
- No es asunto tuyo.
:50:49
- Entiendo.
- ¿Qué entiendes?
:50:51
Perdón, no fue mi intención disgustarte.
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¿Disgustarme?
¿Me voy a disgustar por esa estupidez?
:50:55
¿Por qué chillas?
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No chillo. Hablo fuerte, pero no chillo.
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- Está bien.
- No está bien. Oh, Dios.
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¿Por qué se te ocurre preguntarme
una cosa así?
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Olvidémoslo todo.
Tenía curiosidad, es todo.
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Es una curiosidad muy peculiar, ¿no?
:51:11
¿Cómo te pondrías
si te preguntara una cosa así?
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Desde luego no tan a la defensiva.
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Quizá porque la respuesta
no sería tan interesante.
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Lo conviertes en algo muy personal.
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¿Sí? Dios, lo siento.
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No quería hacerte una pregunta personal.
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Después de todo,
no me preguntaste algo personal.
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"¡Háblame de los cinco o seis mil tipos
con que te acostaste!"
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- Pero Doris, en tu caso...
- ¿En mi caso? Soy un caso especial. Bien.
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No dije nada de cinco o seis mil tipos.
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Pero lo pensaste.
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¿Verdad?
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- ¿Adónde vas?
- Qué carajo te importa.
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- ¿Es la verdad lo que te molesta?
- Si tanto te preocupa la verdad...
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...¿por qué no preguntas lo que querías?
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- ¿Y qué es, si se puede saber?
- Te diré qué es.
:51:57
Querías saber cómo te fue
en comparación con los demás.