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es mejor que ninguno,
¡que Dios me perdone!
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¿ Quién lo sabrá mejor que yo?
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Desde que mi esposo murió
he sido una pobre viuda.
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Yo sola, sin tener con quién hablar,
ni una palabra a nadie.
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Todas las noches pienso en él.
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He incluso pensando en él
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no me quedo satisfecha.
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¿Está Tzeitel en casa?
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¿Por qué no vas y lo compruebas?
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Gracias Bielke.
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Nunca levantó la voz.
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Eh... Buenas tardes.
¿Está Tzeitel en casa?
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Está ocupada. Vuelve más tarde.
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Hay algo que le quiero decir.
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¡Más tarde!
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Más tarde.
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¿ Qué es lo que quiere un
sastre delgaducho de Tzeitel?
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Siempre han sido amigos.
Hablan, juegan...
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¿Juegan? ¿A qué juegan?
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No sé, son niños.
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De esos niños saldrán niños.
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¡Motel, no pasa nada!
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Yente...
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Yente, dijiste que
tenías noticias para mí.
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Ah... niños, niños.
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Son una bendición cuando uno es viejo.
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Pero mi Aarón, que descanse en paz,
no me pudo dar hijos.
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Si te digo la verdad, Golde,
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nunca lo intentó mucho.
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¿Pero de qué vale quejarse?
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A otras mujeres les gusta quejarse.
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No a Yente.
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No todas las mujeres
en el mundo son Yente.
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Bueno, yo...
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tengo que irme a casa
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a preparar mi pobre comida del sábado.
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Así que... adiós Golde.
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Y ha sido un placer poder
confiar la una en la otra.
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¡Yente, dijiste que
tenías noticias para mí!
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Oh, se me va la cabeza.
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Algún día se me irá del todo.
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Un caballo la pateará en el barro
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y, 'Adiós, Yente'.
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Por supuesto, las noticias.
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Es sobre Lazar Wolf, el carnicero.
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Un buen hombre. Un magnífico hombre.
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Y no tengo que mencionarte
lo rico que es, ¿no?