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No puedes decir una cosa así.
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Eso es indecente.
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No puede decirlo.
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Oh, señora...
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Dime,
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¿cómo te imaginas un ministerio?
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¿Un ministerio?
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Me haces dudar.
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Puede ser gente inteligente y
distinguida que gobierna el estado,
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y puede ser también una casa, un
palacio.
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¿Y crees que podrías vivir en un
palacio así?
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Quiero decir, ¿en un ministerio así?
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Dios mío, Geert,
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no te habrán hecho ya ministro,
¿verdad?
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Gieshübler ya lo decía.
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Y el príncipe lo puede todo.
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Al final lo ha conseguido.
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Y sólo tengo 18 años.
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No, Effi. Ministro, no.
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Todavía no he llegado tan lejos.
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A decir verdad, ni siquiera
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viviremos en una casa así.
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Pero tendré que ir todos los días al
ministerio.
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Y tú serás la mujer de un consejero
de ministro,
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y vivirás en Berlín.
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En medio año ya ni te acordarás
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que has estado aquí en Kessin,
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dónde sólo tenías a Gieshübler y las
dunas
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y la plantación.
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¡Gracias a Dios!
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Levántate. ¿Qué haces?
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¿Qué te pasa?
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Pensé que aquí habías sido feliz,