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"Siempre he sido una cristiana débil.
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Quizá vengamos del cielo,
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y cuando se acabe nuestro tiempo
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regresemos a nuestro hogar celestial,
a las estrellas.
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No lo sé. Ni quiero saberlo, sólo que
lo añoro. "
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Creo que querías decirme algo.
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Sí, porque has mencionado que aún
soy muy joven.
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Claro que soy joven, pero no pasa
nada.
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En aquellos días felices Innstetten me
leía por las tardes.
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Tenía buenos libros.
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Y uno de ellos trataba
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de alguien que tuvo que abandonar
una alegre cena.
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Al día siguiente, el que se había ido
preguntó
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que cómo había sido después de irse,
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y le contestaron que
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había habido de todo.
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Para él nada había cambiado.
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Esas palabras se me han quedado
grabadas.
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No pasa nada que uno sea llamado a
abandonar antes la mesa.
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Y ya que he hablado de los viejos
tiempos y de Innstetten,
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tengo que decirte todavía algo.
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Te estás alterando, Effi.
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No, quitarse un peso del alma
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no altera, sino que reconforta.
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Te quería decir, mamá,
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que muero reconciliada con Dios y
con la gente.
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Y también con él.
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¿Guardabas en tu alma tanta
amargura contra él?
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En realidad, y perdona que te lo diga
ahora,
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fuiste tú quien provocó todo este
pesar.
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Sí, y es triste que sea así.