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¿Señor?
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Ven aquí, hagamos las paces. ¡Toma!
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- ¿Qué?
- Cuatro doblones.
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Escuche, por esta vez, acepto la gentileza...
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...pero no se acostumbre...
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...no crea poder seducirme con dinero,
como lo hace con las mujeres.
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¡No hablemos màs de ello!
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¿Tienes valor para hacer lo que te diga?
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Mientras nos dejemos de mujeres.
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¿Dejar a las mujeres? ¡Loco!
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¡Dejar a las mujeres!
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Son para mí,
màs necesarias que el pan que como...
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...y el aire que respiro.
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¿ Y aún tiene el coraje
de engañarlas a todas?
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Todo es amor.
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El que es fiel a una sola,
es cruel para con las otras.
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Yo, que siento en mí
tan vasto sentimiento, las quiero a todas.
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Las mujeres, como no entienden,
a mi buena naturaleza, la llaman engaño.
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Jamàs he visto...
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...naturaleza tan vasta ni tan benevolente.
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- Y bien, ¿qué quiere?
- Escucha.
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- ¿Has visto a la sirvienta de Doña Elvira?
- No.
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No has visto algo verdaderamente bello,
mi querido Leporello.
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Ahora, con ella, voy a probar mi suerte.
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Ya que està anocheciendo,
he pensado presentarme a ella...
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...con tus ropas, para aguzarle el apetito.
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¿ Y por qué no se presenta con las suyas?
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Tienen poco crédito, con gente
de tal rango, las vestiduras señoriales.
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¡Deprisa!