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Sr. Loisy,
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Vaya a buscar dos mantas limpias
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para el prisionero.
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¿Dos mantas? ¿Yo?
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¡Sí, por favor! Y basta ya de quedarse pasmado
mirándome a cada orden que le doy. ¡Es irritante!
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¿Un cigarrillo?
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Hacen que me ponga a toser.
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¿Se lleva bien con De Sceve?
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Sí, sí mi teniente
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¡"El Clemencias"!
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Así es como Bouvier le llama.
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Viniendo de él, es casi halagador.
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Ha pasado de acusar a perdonar.
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Piensa sinceramente que olvida a los culpables
a librarse de su castigo.
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¿Y usted qué piensa?
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Yo soy militar de carrera.
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Tozudo, brutal... ¡Como él!
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¡En serio!
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Creo que tras lo que han tenido
que pasar esos hombres, usted tiene razón.
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Me alegro, porque quiero
hablarle de un caso.
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¿Qué le ocurre?
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Mi silla está suelta.
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Bien le escucho.
¿Cuál es ese caso?
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Es referente a uno de sus hombres, Jean Erlane.
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Se encuentra en una situación bastante mala.
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¿Cómo? ¿Han encontrado a Erlane?
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Sí, le he interrogado.
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¿Ese desertor sigue vivo?
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Él dice que se perdió siguiendo órdenes.
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¡Ese bastardo desertó!
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Parece que procede de una familia
de militares y marinos.
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Eso lo se mejor que usted, somos parientes.
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¿Entonces?
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Pues que ese chico es la oveja negra,
¡la bala perdida!
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Ese al que habría que "eliminar" cuando nace.
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Por desgracia, la cobardía y la
debilidad se ven más tarde.
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Estallaba un obus a lo lejos y corría
para meterse en el refugio.
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¡Había que sacarle a patadas!
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De hecho, era un desertor perpétuo.
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¿Desertó al enemigo?
Yo mismo mandaría el pelotón de fusilamiento.