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el Sr. Richard.
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¿Y dónde puedo encontrar
a ese señor?.
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Vive en la calle
Maréchal Fayolle.
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¡Papá, por favor!
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Y déjame a mi novio.
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Señores, por favor.
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Alcalde,
¿qué piensa de ese tal Hitler?.
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Es un hombre fuerte. No tardará
en ser canciller, y entonces...
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Y entonces volverá a armar
a Alemania, y luego, la guerra.
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Para los negocios
no va mal una guerra, ¿eh, Laurent?
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-¿Todo bien, abuela?
-Sí.
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Vaya, el cornudo.
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-¿Cómo?
-Nada.
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Y yo le dije:
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"Si insiste tanto
en ser mi amante,
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deberá batirse
en duelo con mi esposo."
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-¿Sabe qué hizo?
-Me la suda.
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-¿Perdón?
-Me la suda.
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¿Lleva ajo?
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Sí, Sr. Pignole.
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Huele muy bien.
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¿Qué te pasa?
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-Ha vuelto el boxeador.
-¿Y qué?
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Que no estoy tranquilo.
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Que venga si quiere.
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Está vez es invierno
de verdad.
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Perdone.
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Vengo a ver al Sr. Richard.
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Soy su yerno.
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Como verá estamos
en plena recepción.
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-¿A qué se debe la visita?
-Pignolle,
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Riton Pignolle.
¿No le dice nada?
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Venga, Sr. Richard.
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-¿Qué pasa?
-Hay un hombretón con mala pinta.
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-No lo conozco.
-Pero vaya a ver.
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No me gusta que el otro estúpido
hable en su lugar.
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Bien. DiscuIpe, amiga mía.
Ah, perdón.