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¿Un inspector de hacienda
drogodependiente?
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Me tocó de compañero
a un fanático: Gregory.
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Siempre encontraba a su hombre,
se Io mereciera o no.
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Era muy eficiente. Por eso le admiraban.
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Nuestra especialidad era
coaccionar a la gente.
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Éramos un gran equipo.
Yo, drogadicto. Gregory, loco.
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Sabiendo que estaba loco,
no debí enamorarme de su esposa.
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- Ya conoces a tu psicóIogo.
- Vaya movida tenías.
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Las cosas empeoraron.
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La mejor forma de sacar dinero
era la intimidación.
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Presentarles un argumento convincente,
hubieran hecho algo ilegal o no.
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El jefe de distrito nos obligó a investigar
a un fabricante de muebles: Edmund Warris.
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Era tanta la presión que Gregory
empezó a actuar irracionalmente.
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Nos metíamos en su almacén,
inspeccionábamos sus archivos...
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Ahora pienso que Gregory
se imaginaba Io mío con su esposa.
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Y eso Io enloquecía más.
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Lo peligroso era que yo era
el más responsable del equipo.
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Al no dar resultados, Gregory y el jefe
fueron a por Gorbeck, contable de Warris.
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Pocos contables están limpios.
Gorbeck decidió ayudarnos.
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Warris alegó que era inocente
y que llegaría hasta Washington.
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No esperaba
que su contable dejara de apoyarle.
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Gregory y el jefe aumentaron la presión.
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Pero Edmund Warris
también tenía su historia.
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Luchaba contra una depresión crónica
desde hacía 30 años.
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La investigación Io puso muy nervioso
y dejó la medicación.
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Un martes por la mañana fue a la fábrica,
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escribió una carta para su familia,
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cogió la 9 mm que guardaba allí
y se pegó un tiro.