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Un día atacó nuestra aldea.
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Si necesitan pruebas,
miren mi mano, él la tocó.
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He venido aquí a suplicar al Espíritu del Bosque
que me quite la maldición de Nago.
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Él curó la herida de bala que tenía,
pero me dejó la cicatriz del demonio.
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Primero me arrancará el alma,
y después me matará.
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Okkoto ¡Al fin!
Un jabalí que sabe escuchar razones.
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No, Dios Okkoto, ¡Espera!
Por favor ¡No puedes comértelo!
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Ah, tú debes ser Moro
la niña humana.
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He escuchado mucho de tí.
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Eres ciego.
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Atrás.
No me lo comeré.
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Está bien, San.
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Okkoto, lo que dije acerca
de la muerte de Nago es verdad.
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Te creo, y te lo agradezco jovencito.
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Sólo me entristece y me averguenza que un demonio
como ese haya sido miembro de nuestra tribu.
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Oh Poderoso Dios ¿Existe alguna forma
de liberarme de la maldición de Nago?
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Vete del bosque.
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La próxima vez que te vea.
Tendré que matarte.
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No podrás contra los humanos sus
armas los destruirán a todos ustedes.
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Moro, mira mi tribu.
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Nos criamos pequeños y estúpidos.
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Muy pronto no seremos más que
un juego de chillidos...
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... y los humanos nos cazarán
para hacernos comida.
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¿Arriesgarán todo en una última batalla?
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Eso es precisamente lo que
los humanos desean.
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No le pido ayuda de la tribu de los lobos.
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Aún si todos nosotros morimos,