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me Ievanté a buscarIa,
Ia rodeé con mis brazos...
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y eIIa me apartó.
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Sus paIabras fueron:
"Esto es de mariquitas".
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Puede que dijera aIgo más como:
"Eso no se hace, es de mariquitas".
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Pero Ias paIabras "Es de mariquitas"
no Ias he oIvidado.
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Los niños llegaban a lnglaterra
a razón de unos 300 a la semana.
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Los que aún no tenían asignada
una casa de acogida...
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eran enviados a centros provisionales...
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montados a toda prisa
en campamentos vacacionales...
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como Dovercourt.
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lntentaban mantenernos ocupados
a toda costa.
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Lo que mejor recuerdo
del campamento es...
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que resultó ser uno de los inviernos
más fríos de la historia.
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Todos íbamos a desayunar a una gran sala.
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La nieve se metía entre las rendijas.
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Nos daban una comida muy rara: arenques.
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¿Qué niño pequeño judeoaustríaco
ha oído habIar de Ios arenques?
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Así que ahí teníamos
esa saIada sueIa de zapato...
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con nieve por encima. Era interesante.
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Cuando nos sentábamos...
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cerca de la estufa, con los abrigos...
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y los guantes siempre puestos,
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llegaba gente...
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para elegir a niños
para llevárselos con ellos.
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Lo llamábamos el "mercado de ganado"...
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porque todos los sábados y domingos...
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nos decían que nos pusiéramos
nuestra mejor ropa...
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y soIía haber visitas.
Nos sentíamos un poco como...
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Ios monos en eI zoo.
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Nos miraban y nos evaIuaban.
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Nos eIegían, nos Ievantaban de Ias mesas,
y nos entrevistaban...
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si éramos apropiados
para ser acogidos en sus familias.
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Casi todas las familias...
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querían niñas rubias de ojos azules...