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Ia criada que, según sabría Iuego,
IIevaba toda Ia casa...
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y a mitad de Ias escaIeras
estaba sentado un niño de cinco años...
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mirando a su "nuevo" hermano.
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Cuando IIegamos a casa
estaba mi criada, SeIena,
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y me dijo: "¿No podemos cambiarIe?"
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Estaba muy sucio y oIía...
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a vómito.
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De cuaIquier modo, Ie dimos un baño.
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Me arrancaron la ropa,
mugrienta tras tres días de viaje,
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y la quemaron, como supe luego.
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Me restregaron de la cabeza a los pies...
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y me vistieron con ropa inglesa.
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Luego se reunió toda Ia famiIia
para cenar poIIo.
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Lo recuerdo perfectamente.
Era aIgo que entendía.
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Y empecé a sentirme más a gusto.
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Aprendí inglés...
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con un hombre alemán bastante mayor...
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que vivía unas cuantas casas más abajo.
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A Io mejor creía que era un nazi,
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eI caso es que me daba mucho miedo.
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De hecho, tenía tanto miedo que aprendí...
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ingIés muy rápido
para no tener que voIver a verIe.
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Seis semanas después...
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escribí a mis padres en ingIés:
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"Ya no habIo aIemán".
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No Io he vueIto a habIar,
ni he podido voIver a aprenderIo.
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Era muy muy bueno.
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Le gustaba lo dulce
y a John lo salado, pero...
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se llevaban muy bien.
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Pero me fijé, bueno,
sabíamos que por Ias noches,
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a oscuras, bajaba Ias escaIeras...
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para comprobar que Ia puerta estaba
cerrada. Es aIgo que recuerdo cIaramente.
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Mi madre estaba en Londres,
así que para mí la separación...
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no fue tan traumática
porque iba hacia algo.