Into the Arms of Strangers: Stories of the Kindertransport
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A Io mejor creía que era un nazi,
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eI caso es que me daba mucho miedo.
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De hecho, tenía tanto miedo que aprendí...
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ingIés muy rápido
para no tener que voIver a verIe.

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Seis semanas después...
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escribí a mis padres en ingIés:
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"Ya no habIo aIemán".
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No Io he vueIto a habIar,
ni he podido voIver a aprenderIo.

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Era muy muy bueno.
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Le gustaba lo dulce
y a John lo salado, pero...

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se llevaban muy bien.
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Pero me fijé, bueno,
sabíamos que por Ias noches,

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a oscuras, bajaba Ias escaIeras...
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para comprobar que Ia puerta estaba
cerrada. Es aIgo que recuerdo cIaramente.

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Mi madre estaba en Londres,
así que para mí la separación...

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no fue tan traumática
porque iba hacia algo.

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Llegué a la estación de Londres,
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me recogió y me llevó a su trabajo.
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Me quedé en aqueIIa fría...
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y eIegante casa de IngIaterra...
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donde expIotaban a Ias criadas europeas.
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Y, cIaro, si eres hijo de una criada...
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sabes que Ias criadas no deben tener hijos.
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No son bien recibidos.
No se pueden quedar.

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No sé cómo se decidió,
pero me enviaron a Belfast,

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al albergue de refugiados judíos de Belfast.
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Cuando ves que te han salvado la vida...
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y que te llevan a un albergue limpio...
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y con comida...
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y con otros niños,
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¿cómo no vas a ser feIiz en un sitio así?
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Pero a mí me oIía a orfanato,
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que, en su momento,
fue en Io que se convirtió.

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Y Ios orfanatos son aIgo que aterroriza
a Ios niños.

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No hay más que Ieer a CharIes Dickens,
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estar en un asiIo, ser huérfano.
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PALACIO DE WADDESDON
CONDADO DE BUCKINGHAM


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