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¿Quiere probar
mi vino de Oporto?
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Un vino portugués magnífico.
Muy reconfortante.
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¿ Cómo está su bonita esposa?
¿No se aburre mucho en Saint-Pierre?
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¿Cómo está Madame La?
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Pruebe y dígame
qué le parece.
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Dígalo sinceramente.
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No estoy acostumbrado.
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Vaya por Dios, la gente
ya no tiene curiosidad.
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A propósito de su mujer,
¿está al corriente?
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Seguro.
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¿ Y bien?
¿Le parece normal?
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¿El qué?
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Que se haga acompañar
por un asesino.
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Por mí, si él
se escapa o no...
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Pero si Francia envía la guillotina
y el verdugo que reclamamos,
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y no hay nadie
a quien guillotinar...
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Así que, por favor,
por una vez
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deje de complacer a su mujer,
y encierre al asesino.
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Deje tranquila a mi mujer.
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Vd. Dirige el destacamento,
pero también la prisión.
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Exactamente.
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Le conduciré a la guillotina. Hasta
entonces, soy el único responsable.
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¿ Y mientras llega
esa guillotina?
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Mi misión es mantener a los presos
sanos y a disposición de la justicia.
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¿ Y para estar sano debe andar
siempre entre sus faldas?
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Las faldas de mi mujer son
asunto mío. Ocúpese de las suyas.
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De las de su esposa,
quería decir.
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Capitán, me jode mucho
su irreverencia.
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Aunque no es nuevo.
Ya me previnieron en París.
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¿De qué, Gobernador?
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Ya lo sabe. Dejemos eso ahora.
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Quería decirle
que corren rumores.
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Por ser asesino
no se es menos hombre,
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según algunos.
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Y su mujer es tan moderna...